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Las 10 lecciones de vida que nos enseñó mi abuela

10 lecciones que nos enseñó mi abuela - ándale mujer

Mi abuela era una señora fuerte, plena, sencilla, y amigable. Es alguien que me ha inspirado como mujer, y es por eso que quisiera compartir las lecciones que nos enseñó con su vida. Pude platicar con mi familia, y de todas las lecciones que compartieron, escogí estas diez para compartirles:

Disfruta tu trabajo. Mi abuela cantaba y disfrutaba los quehaceres. Si aprendes a disfrutar tu trabajo, sea el que sea, y hacerlo con alegría seguramente te irá mejor que hacerlo con mala cara. Canta, baila, y disfruta lo que tengas que hacer.

Si no fuera esto, serían doce cosas más. Quería decir que la vida pasa, y nos llegan muchas cosas a la vez. Si no estuviéramos enfrentando el reto actual, seguramente habría otra cosa que sería parte del proceso de pulir nuestro carácter. Deja que el obstáculo que tienes en frente te enseñe una lección. Úsalo como aprendizaje.

La vida no es para siempre. Acepta tus límites y tu mortalidad. Ten en claro lo más importante y valioso en tu vida, pero ten en cuenta que la vida en esta tierra no es para siempre. También, acepta tus propios límites. Tienes tus dones y tus talentos, pero no todo va a ser para ti.

Aunque puede parecer que tienes poco, si tienes un hogar, comida en la mesa y tu familia intacta – tienes la riqueza más grande del mundo. No tiene nada de malo tener ambición y querer éxito en la vida, pero no te se te olvide lo que sí tienes. Agradece lo que tienes en este momento.

Las cosas más sencillas son las más importantes. – La comida familiar de los domingos, un desayuno con tu pareja, la costumbre de ir a la oración en la iglesia una vez por semana, la cosecha de jitomates, pepinos y ejotes en el verano. A veces pensamos que los eventos grandes y gloriosos son los más importantes (una boda, un nacimiento), y por supuesto que son eventos memorables, pero los detalles cotidianos, diarios son los más importantes. Los detalles son los momentos que componen realmente tu vida.

La risa no lo resuelve todo, pero sí puede cambiar la situación. La risa de mi abuela era la mejor, y hay momentos en la vida que simplemente hay que reirnos de lo que está pasando…no queda de otra.

Que tu casa sea un espacio acogedor, no por tu estilo o tu decoración, sino por la manera que invitas a la gente a que se queden un rato, a una plática, un café. Las visitas siempre se sentían en casa cuando estaban en casa de mi abuela. Nunca les faltó su café, su postrecito, una botana, y una muy buena plática.

Tengas lo que tengas, cuídalo y enorgullécete de tu espacio. Decíamos de broma que en casa de mi abuela podías comer en el piso. Ella tenía todo tan limpio y ordenado que lo más seguro es que sí hubieras podido comer en cualquier lado de la casa sin problema. No era algo obsesivo, pero sí me enseñó a tomar orgullo en lo que tengo, en cuidar mi espacio. Quieras o no admitirlo, tu espacio es un reflejo de tu interior, así que ponlo en orden.

Los niños son un regalo. Cuando empezaron a nacer los hijos de mis primos, pude ver cómo mi abuela jugaba con ellos, se sentaba en el piso a estar con ellos, a leer cuentos. Hacía lo mismo conmigo también. Nunca se sentía muy adulta como para jugar un rato con los niños. Veía a los bebés y los niños como un regalo de Dios.

La familia es lo más importante y lo más valioso en la vida. Mi abuela era la más dedicada a su familia, y lo sabíamos. Se esmeraba por cuidar a mi abuelo siempre. Cuando sufrió una embolia mi abuelo, apenas unos años anteriores le habían diagnosticado la fibrosis pulmonar a mi abuela. Ella se enfocó en mi abuelo, en su recuperación del habla, del movimiento, y de su salud, aún durante la época más difícil personal cuando su propia salud estaba deteriorando.

 

Y una extra – ama y aprovecha las mañanas. Mi abuela ha sido mi inspiración para levantarme temprano y aprovechar las mañanas. De chiquita, cuando me despertaba temprano, ella estaba en la sala sentada con su café y su Biblia abierta leyendo, orando, y tomando café. Priorizaba lo más importante para las mañanas, y a mí me enseñó a hacer lo mismo.

Aprendimos estas lecciones y muchísimas más de mi abuela. Realmente dejó un legado increíble de una mujer fuerte, amante de la familia, y una amiga fiel. Me inspira a pensar en el legado que voy a dejar.  ¿Y tu? ¿Has pensado en el legado que dejarás? Ándale, mujer, piensa en lo que quieres dejar en este mundo.

 

 

Si te interesa escuchar todas las lecciones, también puedes escuchar el podcast dedicado a este tema con todas las lecciones que compartió mi familia.

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